
Este mes de agosto tuve la fortuna de realizar un reportaje fotográfico de yoga en un escenario incomparable: la costa de Sant Feliu de Guíxols, en plena Costa Brava. Allí, entre el azul del mar y la calma del horizonte, se desarrolló una práctica de SupYoga que resultó ser tan inspiradora como fotogénica.
La maestra Joana Masó fue la encargada de guiar a un grupo de mujeres que se adentraron mar adentro con sus tablas de paddle surf para vivir una experiencia distinta: practicar yoga flotando sobre el agua. Desde mi cámara, tuve la oportunidad de acompañarlas y capturar la esencia de un encuentro donde la disciplina, el equilibrio y la espiritualidad se fundieron con la naturaleza.

El arte de practicar yoga sobre el agua
El SupYoga —abreviatura de Stand Up Paddle Yoga— es una modalidad que combina dos mundos apasionantes: el yoga y el paddle surf. Practicar posturas de yoga sobre una tabla, en mar abierto, requiere un nivel extra de concentración y conexión. Cada respiración se hace consciente, cada gesto se vuelve más preciso y cada movimiento se transforma en un desafío de equilibrio.
Fotográficamente, esta disciplina es un regalo. La luz del sol reflejada en las olas, el movimiento suave del mar y la serenidad en el rostro de las practicantes crean escenas que parecen sacadas de un cuadro impresionista. En este reportaje, cada instante se transformó en un juego de luces, reflejos y siluetas que transmiten calma y a la vez energía.
El grupo como un lienzo vivo
Lo que más me impresionó fue la sincronía del grupo. Desde tierra parecía un conjunto de figuras en movimiento, pero desde la lente descubrí algo aún más profundo: cada una de ellas parecía ser una artista que pintaba en un lienzo invisible.
En este caso, la tabla de paddle surf era el lienzo bajo sus pies. Sobre él, sus posturas y transiciones se convirtieron en pinceladas llenas de color y emoción. Las alumnas de Joana Masó no solo estaban practicando yoga; estaban creando una obra efímera, un instante irrepetible en el que el mar y el cuerpo se convertían en expresión artística.
Esa visión es lo que la fotografía profesional de yoga permite inmortalizar: la fusión de la práctica espiritual con la belleza estética de cada movimiento.

La experiencia desde la mirada del fotógrafo
Como fotógrafo especializado en el mundo del yoga, acompañar prácticas como esta es mucho más que un trabajo. Es vivir en primera persona la fuerza del momento. El SupYoga no solo exige equilibrio físico, también despierta una conexión profunda con el entorno natural.
En mis imágenes busqué capturar esa dualidad: por un lado, la concentración y disciplina de mantener la postura sobre una superficie inestable; por otro, la paz interior que solo el mar, el sonido de las olas y el contacto con la naturaleza pueden ofrecer.
Cada fotografía es un recuerdo visual de lo que allí sucedió: la valentía de entregarse a lo desconocido, la vulnerabilidad de estar en equilibrio sobre el agua y, al mismo tiempo, la belleza de descubrir que en esa vulnerabilidad nace la verdadera fortaleza.
SupYoga: una práctica que inspira y conecta
Este reportaje en Sant Feliu de Guíxols no fue solo una sesión de fotos, sino una vivencia que me recordó lo transformadora que puede ser la práctica de yoga cuando se lleva más allá del estudio.
El SupYoga es un recordatorio de que la práctica puede adaptarse y crecer en cualquier entorno. Practicar sobre el mar aporta un nivel de conexión difícil de describir: cada ola obliga a aceptar el cambio, cada movimiento del agua enseña a soltar el control, y cada respiración en equilibrio invita a confiar en uno mismo.
Las alumnas de Joana Masó me mostraron que el yoga no tiene límites: puede practicarse sobre una esterilla en tierra firme, en la montaña, o sobre una tabla flotando en el mar. Lo importante siempre es la actitud, la entrega y la búsqueda de unión entre cuerpo, mente y espíritu.
La fotografía de yoga como herramienta para inspirar
Uno de los aspectos más gratificantes de realizar un reportaje fotográfico de yoga en la naturaleza es que las imágenes se convierten en una fuente de inspiración para quienes las contemplan. No son solo recuerdos de una práctica concreta, sino ventanas hacia un estilo de vida consciente, equilibrado y en armonía con el entorno.
En cada instantánea, busqué transmitir no solo la técnica de la postura, sino también la esencia del momento: la serenidad en la mirada, la energía en los movimientos, la complicidad entre las participantes y la grandeza del mar como escenario.
La fotografía profesional de yoga tiene esa magia: puede capturar lo intangible, aquello que no se ve pero se siente. En este caso, la fuerza de un grupo de mujeres entregadas al mar, a su práctica y a sí mismas.
Un recuerdo imborrable en la Costa Brava
Volví de Sant Feliu de Guíxols con la memoria llena de imágenes y el corazón lleno de gratitud. Este reportaje de SupYoga fue mucho más que una experiencia laboral: fue un recordatorio de por qué amo fotografiar yoga y de cómo cada sesión puede convertirse en un viaje personal y colectivo.
La Costa Brava, con su mar infinito y su luz única, fue el escenario perfecto. Pero lo que realmente hizo especial esta sesión fue la entrega de cada participante, la guía inspiradora de Joana Masó y la energía compartida entre todas ellas.
Estoy convencido de que estas fotografías serán, para quienes participaron, un recuerdo imborrable de una jornada donde el yoga se transformó en arte y el mar en un compañero de práctica.
📷Soy Mark, fotógrafo de yoga profesional. Si te gustaría tener tu propia sesión de fotos mándame un mensaje privado y cuéntame tu idea.
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